16 de marzo de 2013

DE ENTRAMADOS MULTIDISCIPLINALES Y ANACRONISMOS



Hace unas semanas, el Centro Territorial de Innovación y Formación de Madrid capital organizó un curso formativo dirigido a profesores de Escuelas oficiales de Idiomas titulado Nuevas teorías y metodologías para el aprendizaje de una segunda lengua. Si bien algunas de las sesiones no se adecuaron a las expectativas de los asistentes, en gran medida porque los ponentes parecían subestimar los conocimientos del profesorado de segundas lenguas, las reflexiones y las conclusiones fueron numerosas. Nos gustaría destacar dos de ellas:



En primer lugar, se definieron (o redefinieron) las coordenadas del lugar que ocupa la enseñanza de L2/LE en el vasto entramado multidisciplinar correspondiente al estudio del Lenguaje. Dicho entramado integra áreas de conocimiento dispares como la Etología, la Biología, la Cognición, la Neurología, así como aspectos históricos, socioeconómicos y lingüísticos. La enseñanza/aprendizaje de segundas lenguas, y en última instancia de cualquier materia, no es ajena a ese marco teórico multidisciplinar, muy al contrario, se nutre de los resultados obtenidos en las diversas investigaciones sobre el Lenguaje. En una sociedad donde el conocimiento se articula en redes y se caracteriza por su accesibilidad, y donde la divulgación científica está a la orden del día, el profesor de L2/LE debería abandonar esa especie de ostracismo voluntario en el que se encuentra para incorporar a su perfil formativo cuestiones de naturaleza teórica relacionadas con el lenguaje, y desarrollar, en la medida de sus posibilidades, la faceta de profesor – investigador.



En segundo lugar, se hizo evidente una incongruencia bastante desalentadora, esto es, el anacronismo de la evaluación y de los sistemas de certificación respecto de los principios básicos que regulan el aprendizaje (asociados a  aportaciones de disciplinas como la Cognición, la Psicología o la Neurociencia, entre otras). Por un lado, se aboga por una enseñanza diferenciada y se insiste en formar al profesorado para su adecuada gestión en el aula, y por otro lado, se imponen pruebas de certificación estáticas y uniformes, alejadas de la heterogeneidad presente en las aulas. Para cuando la certificación de competencias lingüísticas, a nivel institucional, esté a la altura de una práctica docente coherente con los actuales principios básicos de aprendizaje, tal vez nos encontremos con anacronismos de otra naturaleza.